por Julio Frenk y Octavio Gómez
A principios de este año, el gobierno federal informó que la responsabilidad de prestar
servicios de salud a la población sin seguridad social pasaría de manos del Instituto
de Salud para el Bienestar (Insabi) al programa IMSS-Bienestar (IMSS-B).
Éste fue el anuncio encubierto del fracaso no sólo del Insabi,
sino también del proyecto de salud de la 4T. Ahora, para esconder los
malos resultados de su gestión
en materia sanitaria, este mismo gobierno notificó la contratación de
500 médicos cubanos para llevar servicios
de salud a las zonas más pobres del país.
Se nos quiere hacer pensar que con ese gesto se empezará a resolver la
"carencia de acceso a servicios de salud"
que afecta a 36 millones de mexicanos, 15 millones más que en 2018,
según el Consejo Nacional de Evaluación de
las Políticas de Desarrollo Social (Coneval). No son médicos lo que falta en el país.
Lo que NO HAY es un proyecto de salud sensato.
Los problemas empezaron con la creación misma del Insabi, que se asoció a un inexplicable recorte al presupuesto
de la Secretaría de Salud. Gracias al Seguro Popular, el presupuesto de esa secretaría se había incrementado casi
cuatro veces en términos reales entre 2000 y 2015. Esta tendencia, sin embargo, se interrumpió los últimos tres años
del gobierno de Peña Nieto, cuando se produjeron los primeros recortes en 15 años. Durante su última campaña
presidencial y en el periodo de transición, Andrés Manuel López Obrador prometió incrementar el gasto público en
salud en un punto porcentual del PIB.
Sin embargo, no sólo no ha cumplido su promesa, sino que,
en los dos primeros años de su gobierno,
en medio de la
pandemia más importante de los últimos cien años,
redujo todavía más el presupuesto de la Secretaría de Salud.
Los continuos recortes y el mal diseño e implementación del Insabi dieron lugar a un dramático
descenso en la
cobertura de servicios de salud. Según el Coneval, la
"carencia por acceso a servicios de salud" aumentó 75%
en los primeros años de este gobierno, al pasar de 16% de la población total
del país (20.1 millones de personas)
en 2018 a 28% (35.7 millones) en 2020.
La población más afectada fue la población en condiciones de pobreza extrema.
Los problemas de acceso a los servicios de salud -y la falta de medicamentos en las
instituciones públicas, resultado
del irresponsable desmantelamiento del sistema de compras consolidadas de
medicamentos y otros insumos del
sector público- dispararon el uso de los servicios privados y el gasto de bolsillo.
Según la Encuesta Nacional de Ingreso - Gasto de los Hogares 2020, el gasto promedio
trimestral en salud de los
hogares mexicanos aumentó casi 40% durante los dos primeros años del gobierno actual,
al pasar de 901 pesos en 2018 a mil 266 pesos en 2020. Un gobierno que se regodea,
sin dato alguno,
en acusar a los anteriores de privatizar los servicios de salud se ha vuelto
el mayor privatizador de facto en la historia.
El incremento del gasto privado de bolsillo produjo, como era de esperarse, un aumento en los
gastos catastróficos
por motivos de salud. Datos de un estudio realizado en el Instituto Nacional de Salud Pública
indican que, a nivel
nacional, el número de hogares mexicanos con gastos catastróficos por motivos de salud
aumentó 25% entre 2018
y 2020, al pasar de 880 mil a 1.1 millones.
Estos niveles no se presentaban en México desde 2006.
En los hogares sin seguridad social, la prevalencia de gastos catastróficos se duplicó.
El incremento fue también
mayor al nacional en las familias encabezadas por mujeres y
los hogares con adultos mayores.
La catástrofe generada por un gobierno que dice dar prioridad
a los pobres se centró
precisamente en la gente
más vulnerable.
Las políticas de salud de la 4T son las más regresivas
de las que se tenga conocimiento.
Peor aún es el impacto que las malas decisiones de este gobierno han tenido
en las condiciones de salud de la población mexicana. Las estimaciones de la
Organización Mundial de la Salud indican que el "exceso de mortalidad" en
México en 2020 y 2021 fue de alrededor de 55% (626 mil decesos).
Se trata de uno de los porcentajes más altos del mundo.
Esto produjo la primera reducción generalizada de la
esperanza de vida en México en un siglo.
El grueso de las muertes en exceso en 2020 y 2021 se debió al Covid-19 y refleja una
pésima gestión de la pandemia.
Sin embargo, un número importante de decesos fue producto de la combinación
de la pobre estrategia de combate
a la pandemia, que afectó la atención de otras necesidades de salud,
y los cambios en el sistema de salud introducidos
desde 2019. Uno de los efectos más lamentables de este inadecuado manejo
del sistema de salud es el incremento
de la mortalidad materna. El número de muertes maternas en nuestro país aumentó
de 690 en 2019 a 921 en 2020
y a 1,036 en 2021.
Estos niveles de mortalidad por esta causa no se presentaban en nuestro país desde 2010.
El desastre que creó el equipo de salud de la 4T no podrá aplacarse
ni mucho menos revertirse en lo que queda de este sexenio.
De nada servirán ni la transferencia de responsabilidades al IMSS-B
ni la contratación de médicos cubanos o de cualquier otra nacionalidad.
El daño que se ha generado es extenso y estructural.
Sólo podrá superarse con un equipo de salud distinto, políticas públicas
novedosas y efectivas, recursos presupuestales extraordinarios
y muchos años de esfuerzo sostenido.
Desde que se creó nuestro actual sistema de salud en 1943, no había habido
un nivel de destrucción institucional y un deterioro de las condiciones de salud
como los que se han producido en los últimos tres años.
El fracaso del actual proyecto sanitario federal hoy impide a millones de mexicanos,
en particular a los más pobres, el ejercicio efectivo del derecho a la protección
de la salud consagrado en el Artículo 4° constitucional.
En 2024 México tendrá que levantar un nuevo sistema de salud
sobre las ruinas que dejará este gobierno.
Responsables de la Publicación
Julio Frenk es Rector de la Universidad de Miami y
exsecretario de Salud de México (2000-2006).
@julio_frenk
Octavio Gómez Dantés
es investigador del Instituto Nacional de Salud Pública.
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